A diferencia de muchos que han pegado al grito al cielo porque las fuerzas armadas dejaron en libertad al Ovidio en Culiacán, yo lo consideró la medida más acertada en ese momento, por parte del gobierno federal.
Siempre se ha sospechado, con un buen grado de certeza, que desde siempre, los gobiernos han pactado con los narcos en determinadas situaciones, a fin de evitar mayores riesgos para la ciudadanía y en ocasiones, por qué no decirlo, para ser participes de las ganancias de ese turbio negocio.
Un ejemplo los tenemos bien cerquita. Aquí en nuestro estado, levantó sospecha que luego del cambio de Procurador de Justicia, a los pocos días cesó la ola de violencia generada por la disputa de plazas por parte de grupos del narcotráfico. En este caso, los motivos, quiero pensar, fueron en consideración a la sociedad civil.
Por eso, no me parece extrañó y mucho menos deleznable, que se haya cedido en el caso del hijo del Chapo Guzmán.
Lo que realmente me preocupa es la incapacidad mostrada por parte del gabinete de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Porque haciendo a un lado lo de la balacera en la capital sinaloense, que no deja de ser lo más grave, principalmente por la perdida de vidas, llama la atención el riesgo en que se puso a la población, por una estrategia mal planeada.
Y también es de destacar el caos generado en materia informativa por parte del gobierno federal.
De entrada, fue evidente el grado de confusión al momento de los hechos, donde no hubo una voz que saliera a hacer un llamado a los ciudadanos para buscaran refugio donde se pudiera y, obviamente, tampoco quien explicara lo que sucedía.
Pero lo peor vino después, cuando al pretender dar la cara y "explicar" la situación, Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, cayó en contradicciones y lo peor, mintió buscando minimizar los hechos.
Mintió al decir que los hechos habían ocurrido de manera casual, durante un patrullaje de rutina en la zona de Tres Ríos, cuando fueron agredidos a balazos desde una vivienda.
Y para acabarla de amolar, un subsecretario de Seguridad, sale a decir que el hijo de el Chapo Guzmán está detenido, cuando eso no era cierto. La descoordinación era evidente.
Luego, Durazo reconocería que fue un operativo dirigido para detener al Ovidio y ahí es donde aparece otro error, pero de estrategia, ya que al parecer nunca se consideró la contrarreacción del grupo de delincuentes, que tuvo una respuesta contundente en distintos puntos de Culiacán, obligando al gobierno federal a doblar las manos.
Ante tantos yerros cometidos y el grado de desinformación que se generó, el presidente López Obrador tuvo que salir a dar la cara y muy a su estilo, pretendió culpar a otros y no a su gobierno, de lo ocurrido en Sinaloa. Seguramente habrá quienes se lo crean.
Sin embargo, una vez más se demuestra que gobernar no es fácil, y máxime para quien considera que conducir un país como México, es pecata minuta.
Porque para gobernar bien, de entrada no se deben minimizar y mucho menos tomar a chacota temas torales como lo es el de la seguridad.
Remember: "Abrazos no balazos", "Amor y paz", "Fuchi-Guácala" y "los vamos a acusar con sus abuelas".
Pero además, es fundamental contar en el gabinete con los mejores en estos temas, que sí los hay y no darle esa responsabilidad a inexpertos e improvisados, sólo porque respaldaron un proyecto político.
Eso ya lo vivimos en el pasado y los resultados fueron de lo peor.


