*Concesionarios y choferes
protestaban contra la Ley de Movilidad de Carlos Mendoza.
La
Paz, BCS.- Llegaron desde temprano este martes. Por distintos
puntos que confluyen en el Congreso del Estado. Algunos visten sus
uniformes de trabajo, otros su ropa de civil. Hay hombres y mujeres.
Se les ve animados y tranquilos. Son los concesionarios y choferes del transporte público de La Paz y Los Cabos, que acuden a la sede del Poder Legislativo local, a patentizar su rechazo a la Ley de Movilidad propuesta por el gobernador Carlos Mendoza Davis y en la que se reglamenta la operación de las unidades de transporte por medio de plataformas digitales, punto toral de la inconformidad, ya que éstas han venido a desplazarlos en gran parte del mercado.
La sesión
ordinaria del Congreso del Estado iniciará a las 11:00 de la mañana,
pero ellos están ahí desde las 8:30. Curiosamente no han hecho el
acostumbrado amontonamiento de sus unidades móviles en las avenidas
adyacentes, bloqueando el paso vehicular. Pero a pesar de ello, las
autoridades de tránsito han optado por cerrar la circulación en las
avenidas Isabel la Católica, Allende y Bravo. A eso de las 9:00 de
la mañana ya hay alrededor de 200 manifestantes. Llama la atención
que se han colocado vallas metálicas en los accesos a la sala de
sesiones "José María Morelos y Pavón", lo que se ve como
una afrenta. Más tarde entenderíamos por qué.
En las
puertas de vidrio del recinto legislativo, está pegado en hoja
tamaño carta, el orden del día. En el último punto se puede leer
el tema que ha generado la movilización: la primera lectura de la
iniciativa de Ley de Movilidad. De acuerdo al trámite parlamentario,
para que una Ley sea sometida a votación, se debe dar una segunda
lectura. Rumores hablan de que se obviará la segunda lectura, lo
cual está permitido por Ley, y se someterá a votación. Todo indica
que la iniciativa será aprobada, ahora que los legisladores de
MORENA y partidos afines, se han dividido y con su nueva mayoría,
obedecen más a órdenes e intereses externos tras el cambio de la mano que mece
la cuna. Una mano güera.
Sabedor
de que habrá mucha gente y que seguramente debido a la desmañanada la
mayoría andará con la tripa chillando, uno de los transportistas se
puso trucha y montó un improvisado puesto de comida, aprovechando la
guarnición de una de las jardineras que dividen el área de la Plaza
de la Reforma y la sede legislativa. Hay tacos, arroz, frijoles,
refrescos y agua. Pero alrededor de las 10:30 el suministro
empieza a
escasear, porque los taxistas son de buen diente. Como puede, el
"concesionario" reabastece el changarro con lo que puede
del Chedraui Palacio. El caso es no perder a la clientela.
Afortunadamente para el incipiente garnachero y sus trabajadoras, los
inspectores de Salubridad, Inspección Fiscal del Ayuntamiento y el
SAT de la 4T, no andan por estos lares.
Las
mantas comienzan a enarbolarse. En ellas se puede leer: "Diputados,
no nos traicionen. El transporte para los transportistas. No a la
iniciativa privada". "Gobernador, los choferes también
tenemos familia. No nos discrimine". "Choferes con
Antigüedad presentes". Posan para las cámaras y se juntan para
mostrar músculo. "Y de aquí nos vamos a Pichilingue",
grita alguien y otro lo secunda "vamos a cerrar la carretera".
La calma inicial empieza a oler a tensión.
Un día
antes Protección Civil estatal contestó una solicitud del Oficial
Mayor del Congreso del Estado, respecto a la cantidad de personas que
pueden ingresar a la sala de sesiones. El Subsecretario de Protección
Civil, Carlos Alfredo Godinez León, especificó que el recinto
cuenta con 98 butacas, por lo que "se deberán tomar las medidas
pertinentes para que por ninguna razón, se permita el ingreso de un
mayor número de personas". La mano azul se hacía presente,
para tener con que justificarse por si algo salía mal. Alrededor de
9.30 horas, un grupito de los cerca de 500 transportistas que ya hay
en el lugar, exigen ingresar a la sala de sesiones. A leguas se nota
que alguien les dio el “quiu” para presionar.
Se sabe
que en el interior solo entrarán los representantes de cada gremio de
taxistas, por cuestiones de capacidad del inmueble. Pedro Enrique
López, exdiputado local y concesionario del transporte, camina serio
por los pasillos de los jardines del Congreso. Seguramente anda
satisfecho porque la convocatoria ha sido buena nuevamente. Observa,
ocasionalmente platica con sus compañeros, checa su teléfono,
mensajea y ahí sigue. Mientras, en uno de los accesos, ubicado al
costado del edificio principal, se empieza a dar la discusión. Hay
unas vallas que forman un reducido pasadizo que lleva a la sala de
sesiones. Los transportista exigen ingresar, pero personal de
seguridad del Congreso indica que tienen indicación de no dejar
pasar a tanta gente. A algunas personas se les han entregado gafetes.
Al ver
que no habrá posibilidad de pasar, el grupo de concesionarios del
transporte pretende dar "portazo". Inicia el forcejeo con
los guardias, para tratar de quitar las vallas.
Ya habían comido
tacos, así que andaban bien fuertes. Jaloneos y gritos durante unos
minutos y finalmente los transportistas logran desbaratar el cinturón
humano que les impedía pasar. Piensan que ya ganaron, pero casi a la
entrada del acceso principal a la sala de sesiones, otra valla
metálica y atrás de ella, policías equipados con escudos, cascos y
toletes. ¡Ay nanita! debieron decir los inconformes.
Pero ya
con la adrenalina fluyendo y además, porque son bien machos, los
manifestantes comienzan otro forcejeo y sí, lograron arrebatar
también las vallas metálicas, pero no pudieron con los polis.
Utilizan las mismas estructuras metálicas para golpear a la férrea
defensiva de los uniformados, que ya la quisieran los del Veracruz.
Los golpes secos contra los escudos, retumban en el lugar. Los gritos
y las mentadas no faltan. Vuelan también botellas de agua. Hay uno
que otro descalabrado, pero nada grave, solo chichones y pequeñas
laceraciones. Al ver que no pudieron, se repliegan, pero vuelven a la
carga otra vez. Los policías hacen labor de contención; no agreden.
Nuevo repliegue y nueva acometida y así. Alguien sugiere "traigan
piedras", pero afortunadamente nadie lo secunda. La mayoría de
los integrantes del gremio se mantienen expectantes a lo lejos. Los
rijosos les piden que apoyen, pero no les hacen caso. Como que no
compartían mucho ese proceder.
Algunos
presumen los escudos que lograron arrebatarle a los policías.
Alguien grita "saquen a ese fotógrafo...es de
Uber...chayotero!!". Se trata de José Luis Villafuerte,
fotógrafo de El Sudcaliforniano, quien desafiando el riesgo, se ha
situado recargado en una palmerita, entre los dos bandos para captar
la mejor imagen. Al alborotador no le hacen caso. Están también
Cristian Carlos, de El Independiente, con micrófono en mano, entre
los manifestantes, eludiendo botes de agua. Repegadas a la pared de
la sala de sesiones, Claudia Avilés, de Radiante y Tv Mar; Margarita
Rojas, de Milenio; Beiren Sliman, de Bitacora. Gladys Navarro,
corresponsal de El Universal, está en el otro flanco, donde también
hay catorrazos. Y así, muchos otros compañeros de los medios
Finalmente
como que "alguien" mandó la indicación de detener la
arremetida y las cosas vuelven a la calma, pero la efervescencia
prevalece. Pedro Enrique López sale a tratar de convencer. Y todo
para que al final se suspendiera la sesión, porque los diputados de
MORENA no acudieron debido a las condiciones de inseguridad que
prevalecían.
Pero esto
no se ha terminado, porque seguramente faltan más capítulos que
escribir de esta novela, que ya lleva un año de haberse iniciado y
la cual se espera que siga siendo una confrontación política y de
intereses particulares,. como siempre y no llegue a más, porque
entonces sí, las consecuencias físicas pueden ser lamentables.






