miércoles, 22 de febrero de 2017

México, el fin de la ficción


- El costo político que nadie quiso asumir.

"México es tan grande, que por más saqueos, no nos lo hemos podido acabar", era la expresión común del político, en los tiempos en que las crisis iban y venían y aparentemente nada sucedía. Hoy parece que la realidad nos ha alcanzado y que del país ya solamente queda un cachito, porque a final de cuentas, las tarascadas que le ha dado el sistema político mexicano, han terminado por sacar a flote la triste realidad de un país, que durante muchos años vivió de la ficción, producto de la simulación y la especulación orquestada desde el gobierno

Una muestra de ello es el gasolinazo, porque resulta que los genios de las finanzas gubernamentales de ahora, a poco más de un año de concluir la actual administración, sacan a relucir que estas medidas debieron haberse implementado hace años. Obviamente que el gobierno federal lo dice hoy, cuando cinco años no les alcanzaron para hacer lo mismo que sus antecesores, construir castillos en el aire y lo que es peor, les fue imposible contener el desastre político, económico y social en que se ha convertido el país, producto precisamente de esa volatilidad con que se manejo la estructura gubernamental durante tanto tiempo.

Ahora se entiende por qué tiempos atrás, a nadie le interesaba la continuidad de los programas y acciones de un sexenio a otro, porque salvo lo más elemental, las proyecciones económicas cambiaban de un gobierno a otro e incluso, en un mismo gobierno era posible torcer el rumbo. Hoy sale a relucir que a México le faltó proyecto de nación, ya que todo se dejó a los caprichos, voluntades, inquietudes, ocurrencias y compromisos cupulares, donde ganaban los que más tenían y el pueblo tuvo que seguirse conformando con las migajas que quedaban de la depredación. Remember el Fobaproa. Por eso se tienen sistemas tan deficientes en salud, educación, cultura, deporte, medio ambiente y sumo y sigo. Por eso no se pudo contener al narcotráfico.

Me llamó mucho la atención lo dicho por el presidente de la República en días pasados, en reunión con comunicadores de los principales medios de comunicación nacionales. Peña Nieto manifestó, palabras más, palabras menos, que con medidas como el gasolinazo y otras más que están por venir, asumía la responsabilidad de los costos que representarían para los ciudadanos, su gobierno y su partido.  Prácticamente deja a la buena de Dios la calificación que le pueda dar el electorado, en la elección del 18 y si no nos equivocamos, es un síntoma más de que al país ya no hay de dónde saquearlo y que si bien México es rico en sus recursos económicos, no hay cómo y con qué aprovecharlos. Eso de que las reservas petroleras actuales sean de tres días, cuando le norma internacional  establece 30 días como mínimo, ya es grave. O que se está importando más petróleo del que se vende, es también de llamar la atención. Y qué decir de que se pasó del noveno al cuarto lugar de los países más consumidores de petróleo. Esto obviamente que no es de ayer, es de hace mucho y no se hizo caso.

Hoy que Donald Trump saca a relucir las miserias de México y hace que muchos se envuelvan en la bandera nacional y protesten en contra del loco del norte, indica que la ficción de tantos años terminó por volverla un estilo de vida y los ciudadanos, entre la confusión y la inequidad,  terminaron por creer que las cosas podían ir mejor, de ahí que la economía de mentira se haya trasladado a los hogares, donde no faltan las deudas, muchas de ellas impagables y el gastar más de lo que se tiene, ante la promesa gubernamental de que, algún día les haría justicia la Revolución.


Sobra decir que a México le falta aprovechar razonablemente sus recursos, ya sean naturales, históricos o culturales. También sobra decir que los recursos federales deben llegar a quienes realmente los aprovecharán. Y mucho más sobra decir que al país le falta deshacerse de esa estructura gubernamental y política que lo agobia, porque a final de cuentas, ellos, los que mejor viven, son los que han dejado a la nación en ruinas.