jueves, 3 de noviembre de 2016

Morir en Paz


- ¿Hay condiciones para morir dignamente?

A propósito del Día de Muertos y del programa Vivir en Paz, me surgió la inquietud sobre qué condiciones tenemos los vivos, para morir en paz. Ante tantas acechanzas y riesgos que existen en nuestro entorno, existirá la posibilidad de que el ciudadano común, pueda tener la muerte que cualquiera quisiera, tranquila y sin dolor, rodeado de sus seres queridos para recibir el último adiós. Se antoja difícil, pero, veamos.

Todos preferiríamos Vivir en Paz, así como el novedoso programa gubernamental para contrarrestar la violencia. Pero si vivir en paz, en estas circunstancias, se antoja difícil, imagínese lo de morir en paz. Tres son los elementos fundamentales para vivir a todo dar: salud, dinero y seguridad. Obvio que a excepción de los altos funcionarios gubernamentales y uno que otro heredero rico, el resto estamos a la buena de Dios.  Si bien la solución por decreto ya está a la vuelta de la esquina, nada más por si las moscas, no sería mala idea que hoy en el Día de Muertos, se reflexionará sobre las posibilidades de poder morir en paz.

Las cada vez más complicadas circunstancias a las que nos enfrentamos los ciudadanos comunes, nos dejan a merced de una muerte nada pacífica. En materia de salud, es mucho el rezago que existe y la muestra está en el pésimo servicio, la insensibilidad y la carencia de medicamentos y equipos en las instituciones de salud (SSA, IMSS, ISSSTE) que dejan a los pacientes a merced de una muerte inminente y dolorosa. Total, ya le tocaba, dicen los médicos y se van tan campantes a visitar a sus fieles difuntos.

En lo económico, la falta de empleos y los salarios tan raquíticos, ponen a la gente al borde de la tumba por la desesperación y el coraje de que los productos suben y suben de precio, pero los sueldos se quedan como congelados. Muchos son los que enferman y no tienen ni para la atención médica de calidad y las opciones que les quedan son las antes mencionadas, donde con un paracetamol solucionan todo. Un infarto, una embolia, una buena diabetes y otras lindeces más, son las que adquiere aquel ciudadano que gana una miseria y apenas si le alcanza para comer de lunes a viernes. Los sábados y domingos son de sobras, si es que se tuvo esa suerte. Así que la economía influye y mucho, en la muerte incomoda.

Y Luego viene el amor, pero como de amor ya nadie se muere (solo Romeo y los pen...santes) he sustituido esa palabra por la de Inseguridad, esa que de pronto empezó a pintar de rojo el territorio azul y nos deja indefensos ante una bala o un asalto, más lo que seguramente se seguirá agregando con el paso de los meses, porque esta tendencia solamente puede ser silenciada, más no erradicada, debido a que no se supo actuar a tiempo y ahora ya está enquistada como una cáncer, donde sólo un milagro podrá salvarnos.


Me ha tocado escuchar en entrevista radiofónica, la pasarela de funcionarios estatales promocionando el Vivir en Paz y si hace apenas unos días le di un voto de confianza, hoy ya me empezó a dar mala espina. No es que uno sea aguafiestas, pero eso de salir a decir lo que ya se está haciendo, como que no ofrece una buena expectativa. Yo pensé que el Vivir en Paz sería algo majestuoso, donde se implementarían cosas nuevas que superarían lo ya establecido. Pero volverlo marketing político o sea, el choro y el impacto visual, da al traste con toda buena intención. Por eso, no estaría de más empezar a pensar en, ya no vivir, porque eso hoy es deporte extremo, sino en morir en paz, porque quiérase o no, para los simples mortales, es a lo que más se puede aspirar en esta vida.