- 31 narcoejecuciones en un mes
¡¡que vergüenza!!
La estrategia
o la metida de pata de la Procuraduría de Justicia del Estado, para disminuir
el temor ciudadano ante la ola de ejecuciones, es magnificar que cada uno de
los muertitos tenía antecedentes penales. Como tratando de decir que no importa
lo que suceda, total que se trata de gente mala. Hasta pareciera que les da
gusto el exterminio entre ellos mismos, porque de esa manera cumplen con su
propósito de limpiar la ciudad de delincuentes. Sí, pero las balas no tienen
destinatario único.
Lo que la PGJE
debe boletinar o filtrar a los medios, es cómo demonios piensan frenar este
baño de sangre, que por el sólo riesgo ya está causando un serio daño a los
ciudadanos. Imagínese un niño que tiene que tirarse al suelo en su casa o en la
escuela, porque hay una balacera cerca y ni que decir si le toca presenciar una
ejecución. Con ese sólo hecho, ya se le está causando una afectación psicológica,
sin embargo, la autoridad como que está esperando que las balas empiecen a
impactar en inocentes, lo cual no está muy lejano, considerando que los
tiroteos ya se dan a cualquier hora y en cualquier lugar, incluyendo zonas muy
concurridas.
Y lo peor es
que nadie da la cara para dar una explicación a la sociedad y hablamos de
gobernador para abajo. Pareciera que se le resta importancia a lo que está
ocurriendo, aunque más bien debe ser por la incapacidad que existe para, al
menos, contener el problema. Aplicar la política del avestruz, escondiendo la
cabeza y que pase lo que pase y digan lo que digan, no es la táctica adecuada. Estamos
viendo un gobierno estatal blandengue y sin rumbo, que pareciera estar viviendo
una profunda confusión y unas autoridades municipales que prefieren hacerse las
desentendidas y discretamente aventar el paquete al grillo mayor, que opta por
promocionar las reuniones de seguridad pública en las que participa, de las
cuales se ignoran los resultados, si es que los hay, porque la matazón
continúa.
Ahora, ya
hasta a los medios de comunicación corren de las escenas del crimen y
obviamente, se ocultan algunas balaceras, para que la inconformidad no se haga
más grande, pero la realidad ya no la pueden tapar tan fácilmente y es por eso
que la molestia ciudadana va en aumento. Desde la pasada campaña política se
sabía que quien ganara la elección, debería tener como prioridad enfrentar a
los grupos del narco que se disputan la plaza. Parece que el triunfador, tenía
en mente otras cosas. Curiosamente hay ciudades mucho más grandes que La Paz,
que han logrado reducir los niveles de violencia, incluyendo las narcoejecuciones.
Aquí en la capital sudcaliforniana, donde han ocurrido la mayoría de los casos,
no se ve para cuando. Que podrán esperar Los Cabos y Comondú, que son los
municipios que también han padecido esta ola de violencia nunca vista en Baja
California Sur.
Decir que los
ejecutados tenían antecedentes penales o que eran unas lacras o que la ciudad
se quita un problema de encima, no es la solución. Ya nada más falta que
destaquen que el narco pone a La Paz en el mapa turístico o que mientras más
sicarios lleguen, mayor es la derrama económica para la ciudad, porque gastan
en comidas, bebidas, renta y en la compra de pistolitas y que los más
excéntricos y desprendidos hasta organicen fiestas donde se contraten bienes y
servicios que proporcionan gente de la localidad. Andan mal y no quieren entender. La situación
ya se salió de control y no lo aceptan. Las autoridades locales se escudan en
sus estadísticas vanas y armadas a modo, de que la violencia va a la baja. No
sé si 31 muertos en un mes, sea para presumir. Más bien debería dar vergüenza.
Pero bueno,
como la mayoría de los sicarios o los ejecutados provienen de otros estados y
como no los conocemos, la autoridad quiere que minimicemos todo y ahí que
quede. O si son locales, pues que no nos importe "porque andaban
mal". Y efectivamente, tal vez ni los conocimos o no nos importe si viven
o mueren o que hayan sido de lo peor, pero además de que son seres humanos, de
los cuales ni idea tenemos de como se metieron en todo este embrollo, también
está el hecho de que son factor de balaceras y esas, como decía al principio,
ya no respetan horario, lugar, edades, condición social o religión. Pero como
quienes mandan, viajan con guaruras y vehículos blindados y sus familias están
bien protegidas, que les puede preocupar si el futuro de los buenos, se ve
truncado por el presente torcido de los malos.



