*La exalcaldesa ocasiona el olvido de "otros".
Llegó y se desataron las
pasiones. Apenas el huracán Esthela tocó tierra en la geografía sudcaliforniana
y de inmediato arreciaron las rachas de comentarios y análisis, sobre su actuar
en la pasada administración municipal, donde presuntamente hubo actos de
corrupción. Muchos ni enterados están del todo, de las presuntas
irregularidades de la ahora legisladora federal, sin embargo, se dejan llevar
por los desprendimientos nubosos que existen en torno al controversial tema y
le tunden duro y sabroso, con ganas de verla en la lona.
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| Esthela Ponce |
Pero lo que más me llama la
atención y levanta mis sospechas, es que Esthela Ponce ha sido tan golpeada, que se ha convertido en la principal atracción de este circo que es la política. Con ello, ha distraído la atención de los cuestionamientos que debieran hacerse a quienes le antecedieron en el cargo y que pudieron cometer igual o peores fechorías de las que se le acusan, incluso, en la pasada administración estatal que encabezó Marcos
Covarrubias, porque, ¿a poco fue muy limpio el angelito?. "Péguenle al
negro", parece ser la consigna en contra de la ex presidenta municipal y
que no se hable más de otras administraciones y de otros controversiales temas
del pasado y del presente.
A Esthela se le ve serena y sonriente, aunque quién sabe como
andará su infierno interior. Pareciera que ya negoció su inmunidad legal,
porque la inmunidad social, si acaso con el tiempo. Sabe que cosechó muchos
enemigos, incluidos algunos que fueron sus amigos y hasta colaboradores. Dicen
que se atiborró de poder y que esa fue su perdición. Que a nadie le hacía caso y
que se montó en su macho y de ahí no la bajaron. Vaya usted a saber. Su peor pecado evidente, fue habernos heredado al Nacho Monroy.
Para los suspicaces que ya están
dudando, debo decirles que no tengo mayor amistad con Esthela, que la de un saludo
formal si me la llego a topar en el camino cada venida del Papa. Su
administración, por encimita, la veo igual de improductiva y viciada que la de
sus antecesores. No hubo gran diferencia con lo que hizo Rosa Delia o Víctor
Castro y de ahí para atrás. Posiblemente en uno o dos años más, cuando concluya su labor como diputada federal, en Baja California Sur haya bajado el
termómetro en su contra. Igual para entonces, traigan a punta de catorrazos a
Armando Martínez y así, el juego político de siempre.
Tampoco sé qué vaya a pasar con eso
de la demanda que ha presentado en su contra la actual administración
municipal. Igual pega, igual no, pero lo justo sería que si cae ella, que
caigan otros, incluso de otros partidos y de otras administraciones que igual, seguramente
cometieron muchas atrocidades con el presupuesto público.
Si se le va a
pegar al "negro", también se le pegue al azul, al amarillo, al rojo y
a todo aquel al que se le demuestre que el dinero público lo utilizó para su
beneficio personal, porque esa es una de las grandes asignaturas pendientes que
tiene el sistema político nacional. Se habla de mansiones, de negocios e
incluso de grandes desarrollos turísticos que surgieron al amparo del poder, de exfuncionarios estatales y
municipales.
Entonces, por qué el vendaval es
solamente por Esthela. Nada más falta que los del Valle, la culpen de sus
tolvaneras. Aquí hay gato encerrado.

