Lo ocurrido la semana pasada en Los Planes, no es poca cosa. La decisión asumida por un grupo de ejidatarios para invadir e incluso destruir algunas propiedades de un desarrollo turístico, hablan de que las cosas no andan bien en el plano de la propiedad de la tierra que se están adjudicando algunos inversionistas y no solamente porque pueda estar prevaleciendo el interés del dinero por sobre la Ley, sino que también hay quienes desde la comodidad de derecho agrario, puedan estar causando revueltas para salir beneficiados.
De sobra es conocido que la regularización de la tenencia de la tierra, en esta parte del país, no es poca cosa. El abandono y el descuido legal de años de la propiedad de la tierra en Baja California Sur, fue debido a que las autoridades consideraban que ni al caso tenía perder el tiempo con tierras donde solamente crecen choyas y una que otra cachora. Pero la situación cambio cuando sustancialmente los cerros pelones y las planicies arenosas, se volvieron oro puro para algunos visionarios.
Con el paso del tiempo se pretendió corregir esas fallas, pero en algunos casos fue demasiado tarde y ahora si se quiere vender un pedazo de tierra, se tiene que llegar a acuerdos y convenios ante los Tribunales, porque de otra manera empiezan a salir dueños por todas partes y la situación se complica.
Obviamente que ante tal desorden, no faltan los vivales que ven ahí la oportunidad de obtener algún beneficio personal, avivando el fuego y propiciando que Baja California Sur se convierta en un polvorín a punto de estallar, porque poco ha faltado para que en el norte, el sur, el centro y principalmente las costas, la situación se salga de los cauces del razonamiento y los acuerdos.
Si bien es complicado poner orden en el caos y máxime si se dejó crecer a tal grado de que los dueños de la tierra se asumen como autoridad y las autoridades prácticamente tienen que ir a pedir el favor, a manera de perdón por las omisiones del pasado, lo cierto es que algo se tiene que hacer porque en nuestro Estado hacen falta inversiones, pero mientras no haya garantía en la tenencia de la tierra, la voracidad prevalecerá y ésta no lleva a ninguna solución definitiva.
Recordemos casos como el del hotel Serenidad en Mulegé Pueblo, el de Juncalito en Loreto, Díaz Ordaz en Mulegé, Punta Belcher en Comondú, Maravía, Balandra y Espíritu Santo, en La Paz y en Los Cabos ni se diga, porque es el pan de cada día. Y estos son solamente algunos casos que han sonado en los medios de comunicación, porque hay otros que ni siquiera se conocen y se busca a como de lugar mantenerlos ocultos, por los intereses económicos, políticos y sociales que representan.
Es bien curioso, pero rara vez los candidatos ofrecen en su propuesta de campaña lo relativo a la solución de la tenencia de la tierra. Pareciera como si en Baja California Sur nada pasara en ese sentido, cuando la realidad es que no es así, por mucho que las autoridades digan que se ha logrado certificar al 99 por ciento de la tierra ejidal. Pero recordemos que también hay terrenos rurales en manos de particulares y posesionarios, que no están dispuestos a ponerla fácil.
Entonces es ahí donde aparecen los “redentores”, que con su bandera de tierra y libertad, se pasan a perjudicar a los legítimos dueños y así la cosa se complica más, porque crece la desconfianza, la ambición y la indefinición... y así difícilmente se puede avanzar.