lunes, 28 de noviembre de 2011

El Regreso del Hijo Malcriado

Con lo que acontece en el Congreso del Estado, finalmente se empieza a cerrar la cicatriz que se abrió hace poco más de doce años en el PRI. Los perredistas, que antes fueron priístas,  empiezan a retornar a su casa, como los hijos malcriados que por un berrinche o porque “no los comprendieron”, decidieron embarcarse en una aventura que a varios les redituó en ganancias, pero ahora que la “causa” se ha perdido,  buscan el cobijo a fin de no quedar fuera del presupuesto, porque ya se dieron cuenta de lo bueno que es vivir de los impuestos de los demás.
El PRI y el PRD han conformado un bloque opositor en el Congreso del Estado, para presionar la autorización de millonarios créditos para los Ayuntamientos de La Paz y Los Cabos (poco más de 900 millones de pesos en conjunto), en algo que hasta la legislatura anterior, el PRI le había criticado a los perredistas. Nuevamente la hipocresía política al servicio de los intereses de grupo, desde un espacio que corresponde a los ciudadanos. A este bloque se han llevado a la “cachaelevaditas” de Guadalupe Olay y al “presionado” Santos Rivas, aunque han perdido a Edith Aguilar Villavicencio (PRD) quien en este caso no se ha sumado a su fracción y ha preferido abstenerse de los pleitos que se han armado en el poder legislativo, por las migas que la unen a algunos neopanistas.
Desde la derrota del pasado 6 de febrero, era casi un hecho que empezaría la desbandada perredista de Baja California Sur, conformada en su mayoría por priístas prestados a Leonel Cota Montaño, quien en febrero del 99 obtuvo la gubernatura del estado. Hoy Leonel ya no está en el PRD y es cosa de días para que el exgobernador Narciso Agúndez Montaño y muy probablemente su hermano Antonio, actual alcalde de Los Cabos, se sumen a las filas de los verde-ecologistas, partido que a nivel nacional va en alianza con el PRI y que seguramente hará lo mismo en nuestro estado.
Para los políticos de esta calaña, pasar de un partido a otro es cualquier cosa, sabedores de que nada ni nadie se los puede impedir. No hay leyes que prohíban hacerlo y no hay ciudadanos que lo reprueben, si a cambio se les otorga una gratificación por su voto. Y es que la inmundicia de la política es tal, que ha salpicado y penetrado en lo más profundo de la sociedad, que asume como normales estas prácticas y en algunos casos hasta busca la manera de insertarse en ellas, para solventar algunas necesidades materiales y económicas.
Hoy, como hermanitos peleados, uno con rasguños y el otro con un ojo morado, los priístas y los perredistas están dispuestos a prestarse los juguetes para sacarles provecho y por qué no, ganarle terreno al niño más grande del barrio que no los deja jugar en la cuadra. Con su bloque mayoritario, los diputados del PRI y del PRD para nada están pensando en trabajar por los ciudadanos, sino para ganar privilegios personales y volver a ser la familia “revolucionaria” que tanto daño ha causado a las mayorías, porque a final de cuentas, a ambos partidos los une una “R” en el centro de los intereses.
El conflicto actual en el Congreso no es casual; es algo que ya se venía preparando y todo era cuestión de poner el pretexto ideal para que legisladores del PRI y el PRD se unieran. Igual los Ayuntamientos de La Paz y Los Cabos armaron todo este entramado desproporcionado para generar el punto que permitiera polarizar las fuerzas al interior de la décima tercera legislatura. Porque pedir 462 millones de pesos para La Paz y 498 millones para Los Cabos, a todas luces es inconcebible, máxime que la intención es que esos montos se paguen en 30 años; ¿de dónde?, eso es lo que no se sabe. Por lo pronto la familia tricolor anda feliz porque sus planes le están saliendo al dedillo. Mientras, que el pueblo siga soñando con un mejor mañana.