Difícil para un destino turístico como el de Los Cabos, estar ajeno al tema del narcotráfico, debido al círculo vicioso que suelen generar este tipo de lugares. Y es que dónde hay dólares, hay dolores, porque el billete verde atrae a lo mejor y a lo peor. Ya nos habíamos tardado en insertarnos en este maremagno que ha desatado el narcotráfico, sin embargo mantenemos la esperanza de que lo ocurrido el fin de semana en Cabo San Lucas, sea solamente el calor de la lumbre que incendia otras partes del país.
Quienes vivimos en Baja California Sur tenemos la ventaja de la ubicación geográfica, que impide en cierta medida, que los delincuentes puedan venir a saldar cuentas e irse como si nada. Aquí cuesta mucho poner tierra de por medio, a menos que se cuente con jet propio, aunque claro, los narcos de gran calado lo pueden tener. Esta gran barrera que es el mar, frena un tanto la huída a cualquiera, sin que eso signifique que la tenemos ganada, pero al menos se le puede tomar ventaja a los hampones. Todo depende de la rapidez y eficacia con que actúen las autoridades.
Cabo San Lucas es un destino turístico que surgió del desorden, producto de aquellos años en que la planeación no pesaba y además, quien se iba a imaginar que un lugar perdido en el semidesierto, podría florecer al grado tal de convertirse en uno de los tres principales destinos turísticos de playa del país. Hoy grandes estrellas de Hollywood o políticos y empresarios prominentes de todas partes del mundo, vienen de visita o incluso han fincado sus residencias de descanso en estas cálidas tierras y por eso entendemos que no podía faltar el alma perversa del narcotráfico.
El municipio de Los cabos es uno de los que presenta la más alta tasa de crecimiento poblacional al año, con un 8.22 por ciento. Actualmente cuenta con poco más de 238 mil 400 habitantes y es cuestión de algunos años para que de alcance a La Paz, la capital sudcaliforniana que tiene 252 mil habitantes. Otro dato significativo es que Los Cabos aporta el 63.4 por ciento de la economía estatal. Pero además, desde hace algunos años, Los Cabos ha sido el destino preferido de migrantes del sur del país, muchos atraídos por la falsa promesa de la riqueza de la zona y otros han llegado como trabajadores eventuales en campos de cultivo y la industria de la construcción y aquí se han quedado.
Los cinturones de miseria, antes desconocidos en esta región, hoy se están volviendo algo común. Y ahí es donde precisamente el narco ha encontrado el camino para crecer. La pobreza genera violencia cuando no se tienen las armas de la raciocinio que da la educación. Los cabos estaba llamado a ser un lugar de grandes conflictos, porque ahí es donde ya se presentan los más altos índices de violencia intrafamiliar, violaciones, alcoholismo, drogadicción, madres adolescentes, analfabetismo, entre otros problemas sociales.
Pero así como nadie se imagino que algún día El Final de la Tierra pudiera llegar a relumbrar como el sol que lo baña día a día, así también las autoridades nunca se pusieron las pilas para frenar o al menos atender los conflictos que se avecinaban. Siempre he insistido que Baja California Sur es un estado que puede ser ejemplo nacional sobre cómo hacer las cosas, debido a la gran cantidad de recursos que posee y el escaso número de habitantes (poco más de 600 mil en todo el Estado). Lo que ha faltado es el factor humano, principalmente el que toma las decisiones, porque no ha tenido la capacidad o la voluntad de darle la atención necesaria.
Sin bien los demás municipios también tienen sus problemas y sus necesidades, la realidad es que Los Cabos es el corazón que se encarga de irrigar la economía por todas partes de la entidad. Rescatar a Los Cabos mediante el equilibrio de la excesiva riqueza y la marcada pobreza, es la asignatura pendiente. Quisiera ver quien es el bueno que lo hace y así evitar que Baja California Sur se inserte en el mapa del baño de sangre y no solamente por el G-20, sino por todos los habitantes de la Baja Sur.

