Ahora que mi Garrari ya no dio para más y he tenido que afrontar esa insólita acción de caminar cuadras y más cuadras para atender mis asuntos, me tope en un acalorado medio día con un vehículo estacionado ahí por el Teatro de la Ciudad, en el que se leía la leyenda “Unidad y Justicia”. Pensé que era el sol quemante el que me hacía ver visiones, pero no, efectivamente se trataba de un lema de campaña de uno de los muchos candidatos que andan buscando ser líderes del sindicato de Burócratas.
En el parabrisas del vehículo el nombre del tipo que aspira y una foto medio sucia por el polvo. Obvio que ni en su casa lo conocen, pero en relación a la propaganda del susodicho, filosofé mentalmente sobre qué ser de este planeta podría lograr la unidad de todos y la justicia para todos. Voltee a ver la cara polvosa del candidato y me respondí: “obviamente que tú no”. Debo reconocer que empecé a intrigarme sobre quién era, en carne y hueso, el personaje que prometía tal unidad y tal justicia de su gremio.
La respuesta no tardó en llegar, porque frente de mi cruzó la rechoncha figura de un hombre que abordó el vehículo de la “Unidad y la Justicia”. Discretamente miré cuando ya estaba al volante y comparando la foto empolvada me di cuenta de que era la misma persona. Así que ya conocía al candidato que pretendía o pretende (porque ni se si ya fueron las elecciones) dirigir a la burocracia estatal, municipal y organismos descentralizados, prometiéndoles la unidad y la justicia. A raíz de todo esto me vino a la mente una inteligentísima y nada fácil pregunta ¿por qué será que todos los aspirantes a dirigir o quienes ya dirigen a los burócratas, son cachetones y panzones?. Y es que hasta pareciera que el más parecido a un cochi es el que gana... conste que sin afán de ofender (que tal si, sí jejeje).
Otra cosa curiosa con los gorditos burócratas, es que brotan antes o durante los tiempos de crisis severas, como si ya las vieran venir y trataran garantizar que su refri siempre esté lleno. Tal vez por eso el Cartens está metido en esos bretes financieros. Me cae que a lo mejor los rechonchitos del gobierno son la solución a la crisis, porque apenas les falta un chicharrón en la panza y de volada están pegando el grito. O sea, son como un economigüevametro, que mide los niveles de la economía de los más flojos.
Debo reconocer que no todos los burócratas son gordos, pero los flacos están así por dos motivos: uno, porque no les gusta andar en la grilla y prefieren la decencia del raquítico salario y dos, porque sí quieren entrarle a las ondas sindicales, como los luchadores de Zumo, primero tienen que ponerse en forma y eso implica la preparación durante uno o dos años tragando como cerdos y ya cuando la exigencia de comida es mayor al sueldo, entonces es el momento de lanzarse de candidato.
Lo demás es fácil, porque es cuestión de buscarse un lema simple y trillado para cumplir con el requisito. Puede ser: “Unidad y Justicia” o “Justicia y Unidad” para que no suene igual y listo, nada de rebuscamientos porque “para qué, si la palomilla ni entiende”. Pero no hay que olvidar la cara de manzana que debe aparecer por todas partes, para que el gremio le mida el agua a los camotes sobre quien está más Porky.
Si se gana, ya está asegurado el pan y la sal y si no se gana también, porque se puede pelear alguna posición en el sindicato y listo, ya no hay que ir a “trabajar” y ahora la función será atender a los compañeros que lleguen a quejarse de sus jefes y darle la atención respectiva... siempre y cuando se mochen, porque la justicia no llega cuando se tiene hambre... Oinc!!