miércoles, 12 de octubre de 2011

Triunfalismo churrumais

En los últimos días me he perdido en un mar de confusiones sobre el lugar donde vivo, porque ya no se si estoy en La Paz, Baja California Sur o en alguna ciudad de un próspero país, porque de pronto en los medios de comunicación las autoridades anuncian con bombo y platillo, que estamos poca madre o lo que es lo mismo, que tenemos al mejor Ayuntamiento (el de La Paz) y el mejor gobierno (el del Estado).
Créanme que al ver los encabezados, ni me molesté en leer el contenido, porque de volada me avente un chapuzón al interior de mis bolsillos para disponer del resultado de el progreso que dan a entender tales anuncios. Obvia decir que hasta el momento sigo buscando.
Siempre he pensando que un gobierno que se autoelogia es un gobierno inseguro y la inseguridad conlleva a la paralización primero y luego al retroceso. Es como el individuo aquel que ante los demás se dice ser Juan Camaney, pero que al final del día se retuerce en su soledad y desconsuelo. Desde luego que es difícil encontrar la aclamación del pueblo hacia un gobierno, porque siempre habrá las voces discordantes, pero óiganme, querer tomarnos el pelo es más grosería que el silencio.
Y es que en tiempos en que se habla de gobiernos de coalición en la Presidencia de la República, estas formas publicitarias han quedado rezagadas, porque para empezar a nadie le interesa si el gobierno está o no funcionando en su estructura operativa, pues lo que se reclaman son resultados y los resultados son, ofrecer un mejor nivel de vida a los ciudadanos y eso está muy lejos de verse.
Tantito peor es que si estos gobiernos realmente están funcionando y no se refleja en los ciudadanos: ¿a quién benefician?, ¿a su operatividad interna?; ¿a su interés político?; ¿a los familiares, amigos y compadres?, ¿a los líderes que consiguen los votos?. Pienso que antes de hablar, los gobernantes deberían ubicarse en su realidad  y no en su pasado escolar, cuando en la primaria se disputaban con sus compañeros de clase quién tenía el mejor juguete o quién era más popular. En un gobierno no deben caber los infantilismos... aunque vaya que los hay.
No se hasta donde le vaya a alcanzar a estos gobiernos de cuatro años y medio, pero el escaloncito que logren avanzar a favor de los ciudadanos, si es que lo logran, sería digno de agradecerse. Pero que no vengan con cuentos de “somos los mejores”, “los demás me la pellizcan” o “soy una chingonería”, porque simple y sencillamente no lo son. Con las características de la sociedad actual, ser un eficiente gobierno en México, no lo logra ni quien haya gobernador la más grande potencia del mundo.
Si un gobierno va bien, créanme que ni hace falta andarlo gritoneando, porque la gente lo reconoce. Pero si se tiene la necesidad de hacer uso del poder y los recursos públicos para decirle a la gente lo que según ellos están haciendo bien, quiere decir, para empezar, que no lo están haciendo bien y que la eficiencia que pregonan, es un mito. Y para terminar, gris disfrute puede haber para Esthela Ponce y Marcos Covarrubias en publicitar logros de sus gobiernos, como si fueran churrumais o condones, cuando saben que el pantano es grande y aún queda mucho por avanzar.