-El dilema del gobernante
con “carro completo”
En materia de combate a la delincuencia, los gobiernos
locales están quedando mucho a deber y no solamente en lo que se refiere a la
encarnizada lucha entre bandas de narcotraficantes, sino también en el mal
llamado delito común (porque da una etiqueta de conformismo, que pareciera
asumen con prontitud las autoridades en la materia) y que mantiene en vilo a
los ciudadanos, que ya no saben si llorar o huir ante tanto abuso e impunidad.
Por si fuera poco, el
gobernador Carlos Mendoza Davis no tiene ni para donde hacerse ante este
escabroso asunto, porque ni modo de echarle la culpa a su antecesor, Marcos
Covarrubias Villaseñor, siendo como son, parte del mismo grupo, aunque ya no
tardan en darse los jaloneos que los llevarán por rumbos diferentes. Tampoco puede
culpar a los Ayuntamientos, puesto que ahora todos son azules y ni que decir de
la federación, donde el gobernante sudcaliforniano consolida su bastión para su
“mejor futuro”. Los costos del “carro completo” del 2015.
Como cabeza de este proyecto que busca garantizar la
continuidad del PAN en el gobierno de Baja California Sur por 18 años (ó 16.5 años para ser más exactos), al
gobernador Mendoza Davis no le queda más que de dos sopas: O le entra al toro
por los cuernos y toma decisiones determinantes a la de ya, incluyendo cambio
de funcionarios del más alto nivel y el diseño una estrategia eficiente contra
el narco o de plano aplica la clásica del “hacer como que hace y no hacer
nada”, que suele ser lo más utilizado por las autoridades, pero como que no le
va a un gobernante que en campaña presumió sus estudios, amistades y empleos de
nivel.
Es tiempo pues, de que todo eso que se dijo en campaña, se
ponga en práctica a favor de los sudcalifornianos y si bien es de reconocerse
que los problemas del narco no son privativos de Baja California Sur y tampoco
se pueden achacar a una u otra administración estatal o municipal, si es cierto
que en política “lo que no fue en tu año, sí te hace daño” y por lo tanto, no
se puede dejar pasar algo que hasta hace tres años era impensado en la entidad
y que cada vez acecha a más inocentes, que nada tienen que ver con las
diferencias entre bandas criminales y que por supuesto, no viajan en Suburbans
blindadas o con un séquito de guaruras.
Pero por si fuera poco, como se menciona al inicio, no
solamente son las balas en las calles lo que asusta y que hasta está cambiando
la forma de vida de los habitantes del estado, principalmente de La Paz, sino
que también se tienen los robos en casas, vehículos y asaltos a transeúntes,
que van para arriba, aunque las autoridades dirán que van para abajo y claro,
pues si cada vez son menos los que denuncian, por la pérdida de confianza en la
autoridad, que no solamente no logra o no quiere dar con los culpables, sino
que incluso, puede que hasta le reviertan los cargos al denunciante.
Es tiempo pues, de hacer y no aparentar y si no se encuentra
la brújula, comprar otra, porque en la actualidad, la población sudcaliforniana
se daría por bien servida si las autoridades locales no hicieran otra cosa, más
que devolver la relativa tranquilidad de que se gozaba hasta hace unos cuantos
años, en Baja California Sur.