Nunca como ahora se había evidenciado la función que desempeña el Congreso del Estado en Baja California Sur: el de la negociación de intereses políticos. Este organismo que fue creado para representar a los ciudadanos, se ha transformado en una estructura para presionar, respaldar o cuestionar la labor de los partidos políticos o de los gobiernos estatal y municipales.
La muestra palpable ocurrió en los días recientes, cuando los diputados se enfrascaron en una férrea disputa, que llegó incluso a los insultos de uno y otro bando, donde para nada se reflejaba el interés de los sudcalifornianos. La creación del impuesto estatal de la tenencia vehicular, la solicitud de millonarios créditos de los Ayuntamientos de La Paz y Los Cabos(más de 900 millones de pesos) y la aprobación finalmente del presupuesto estatal, pusieron en claro las intenciones de uno y otro grupo en el poder legislativo.
Mientras los panistas defendían a su gober, los priístas y perredistas defendían a sus Ayuntamientos, por el sólo interés de mantener el control político y con ello, conservar las cuotas económicas y de poder que eso representa. Los del PRI y del PRD advirtieron que si nos les autorizaban los millonarios créditos a sus Ayuntamientos, ellos, con una mayoría repentina, luego de que la Lupe Olays tuvo que pasarse al bando de los rudos, no aprobarían el presupuesto estatal.
Pero de pronto, los gritos y manotazos se aplacaron, como por arte de magia y los 21 legisladores aprobaron que el gobierno estatal gaste el próximo año, más de 9 mil millones de pesos, lo cual es bueno, siempre y cuando se refleje en obras y acciones para los ciudadanos.
Y es que también de pronto, el grupo del PAN y del PRS, que cuenta con 9 diputados, pasó a ser mayoría al sumarse el diputado del exconvergencia (hoy Movimiento Ciudadano), Santos Rivas, que con eso sumaba diez diputados, pero la debacle vino ayer para los verdeamarelos, cuando sufrió la salida de la diputada del PRD, Edith Aguilar, quien se declaró independiente y seguramente pasará a formar parte del bloque que respalda las decisiones del Ejecutivo.
Todo esto, que ocurre a finales del año, cuando el espíritu de la navidad prevalece, no hace más que suponer, que los diputados ya fueron maiceados desde el Ejecutivo y que si volvieron a callar y no hicieron tanta alharaca por el presupuesto, es porque ya deben tener su bono de la temporada, ese que forma parte de las prestaciones no escritas y que proviene de las componendas entre quienes están en el poder y que jamás, pero jamás, se trasladará a los ciudadanos.
